Tu hijo ingresa al jardín de infantes














Por Silvia Jerez • Centro Integral Preescolar Juana de Ibarbourou

El período de adaptación

¡Cuánta ansiedad, dudas y temores genera a toda la familia el ingreso del niño al nivel inicial!
Por primera vez el niño se encuentra con el “afuera”, con aquello no “familiar”. El paso de su casa al Jardín implica un gran cambio, pasa de ser el centro del hogar a convertirse en uno más, a instalarse durante algunas horas en un espacio nuevo lleno de caras desconocidas, con reglas y pautas diferentes de las de su casa. Pero tal vez, lo más difícil es aceptar que “mamá y papá no están ahí”.

Algunos aspectos a tener en cuenta
Como todo proceso, la adaptación debe realizarse en forma
paulatina, aumentando progresivamente el tiempo de permanencia del niño en el jardín.

Debemos mantener estable el entorno del niño, la escolarización no debe coincidir con un momento crítico en la vida del pequeño como puede ser la llegada de un hermanito, una mudanza, cambios de dormitorio, el abandono del chupete, la mamadera, los pañales, etc.

Permitirle al niño traer de su casa su juguete preferido, la almohadita que utiliza para dormir o cualquier otro objeto que, por el sólo hecho de saber que lo tiene al alcance, le infunda seguridad ya que es una prolongación del hogar (objeto asegurador o acompañante).
¿Cómo pueden ayudar los papis?

Evitando ausencias durante este período, salvo por razones justificadas.

Respetando el cronograma de horarios de adaptación.

Tratando de estar en el momento que se abre la puerta para retirarlos, si ellos ven que sus amigos se van y nadie viene en su búsqueda se angustian.

Logrando que el niño ingrese al jardín caminando de su mano, ya que si lo hace en brazos el despegue suele ser más difícil.

No exigiéndole, a menos que él lo quiera, que hable de sus actividades en el jardín.

Cuando se manifieste espontáneamente sobre las mismas, demostrémosle interés.

Despídanse con un beso, sin mentiras y en forma breve.

Conductas esperables durante este período

Al niño muchas veces se le hace difícil verbalizar todo el cambio que experimenta en su vida y manifiesta con mayor o menor intensidad un rechazo a la nueva situación que traduce en modificaciones de su conducta, más o menos notorias, que pueden incluir: llantos, rabietas, simulación de dolores, dificultades en la alimentación, en el sueño y regresión en el control de esfínteres. Estos síntomas son reactivos y debemos considerarlos normales.

En muchos casos, los niños en las primeras semanas, ya parecen haber superado la adaptación, sin embargo, no es extraño que, transcurrido un tiempo, el niño reinicie su proceso y apele a todos los recursos disponibles para manifestar su desagrado. La mejor manera de ayudarlo es tener con él una actitud paciente, serena y afectuosa.

La decisión de enviarlos al Jardín debe mantenerse firme, no cediendo ante las manifestaciones del niño, que lejos de ayudarlo, afectarían su proceso de adaptación. Una postura firme y segura es la actitud más inteligente.

No olvidemos que el ingreso al Jardín es el comienzo de la socialización y crecer supone dar por perdidas algunas cosas.

No hay posibilidad de recorrer ningún camino, si no se está dispuesto a dejar atrás el punto de partida.


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