Parto Puerperio y Paternidad





EL PARTO



El parto es la etapa final del embarazo. En ella tiene lugar la separación de dos organismos que, hasta ese momento, han vivido juntos, uno dentro del otro y a expensas de él, en una relación total de dependencia y de íntimo contacto permanente. A partir de la expulsión, la criatura cobra vida propia, debiendo, en este mismo instante, hacerse cargo de las funciones fisiológicas que hasta ahora cumplía la madre (respiración, alimentación, evacuación, etc.)
La mayoría de los partos tiene lugar algunos días (de 7 a 15 aproximadamente) después de la novena falta de menstruación.
Poco tiempo antes suele producirse un descenso del abdomen, acompañado de su endurecimiento periódico debido al aumento de intensidad de las contracciones internas.
El parto se desencadena por un cúmulo de causas fetales, musculares, hormonales y nerviosas. Aunque las fuerzas que se ponen en juego se localizan fundamentalmente en los genitales, resulta indudable que un parto normal es el resultado de la actividad conjunta de todo el cuerpo y que el conocimiento de los cambios ginecológicos que se originan contribuye enormemente a facilitar este proceso natural.
El corto y estrecho camino que ha de recorrer el feto en su salida al exterior del claustro materno se denomina CANAL DEL PARTO y va desde el cuello del útero hasta la vulva. En total viene a medir unos 10-12 cm. La pelvis constituye la parte ósea del canal.
Esta estructura ósea es inextensible y forma un hueco que condiciona el paso del feto a través del él.
LAS DIFICULTADES ANATÓMICAS DE LA MUJER PARA PARIR SON EVIDENTES SI LA COMPARAMOS CON HEMBRAS DE OTROS ANIMALES SUPERIORES.
Antes del parto, aparecen ciertas “señales” por las que una mujer puede conocer si el mismo es ya inminente. Estas “señales” o “síntomas” pueden anunciar que el parto esta próximo o bien indicar que ya se ha iniciado y que hay que trasladarse a la clínica (en caso de que se haya decidido parir en un medio hospitalario).

SÍNTOMAS DE PARTO PRÓXIMO
1.- Expulsión del tapón de mucosa o masa gelatinosa que cierra el cuello del útero. Este tapón parecido a la clara de huevo coagulada, puede estar teñido de sangre.
2.- Ligeras pérdidas de sangre indican también que el parto está próximo: cuando se presentan conviene consultar.
3.- Contracciones uterinas irregulares:
El vientre se endurece y permanece contraído brevemente: estas contracciones ocurren sobre todo durante los últimos tres meses y son beneficiosas, tanto para el músculo como para el feto. Sólo anuncian parto inminente cuando se producen a intervalos de tiempo regulares.

SÍNTOMAS DE PARTO INMINENTE
1. Se rompe la bolsa de las aguas. Esto es signo inequívoco y además está indicado trasladarse inmediatamente a la clínica, porque el parto debe producirse en las horas posteriores.
Las aguas son el líquido amniótico que se halla dentro de la bolsa fetal, la cual, presionada contra la pelvis por la cabeza del bebé, se rompe y libera un líquido incoloro con olor a lejía o a semen. Se reconoce porque no se puede controlar su emisión y porque, además, cuando ocurre de una vez, es abundante, llegando a derramarse mas de un litro.
La expulsión de las aguas también puede producirse poco a poco. Es preciso observar entonces si están limpias; si no son de color transparente, es necesario trasladarse a la clínica con la mayor premura posible, porque puede ser indicio de sufrimiento fetal.
La bolsa de las aguas no se rompe espontáneamente en muchos casos, debiendo ser el médico o la partera quienes la rompan cuando el parto está avanzado.
2. Contracciones regulares. Como indica la palabra, son contracciones del músculo uterino, que hacen que se borre el cuello del útero en las primíparas y que se abra hasta conseguir una dilatación de 10 –11 cm en casi todas las mujeres.
Durante las contracciones (que al principio durarán segundos y, finalmente, un minuto o minuto y medio) se nota:
Þ Contracción muscular del abdomen.
Þ Tirones o tensiones en los riñones o en la zona del bajo vientre, parecidos a los que se producen durante la menstruación.
Las contracciones se sienten durante unos minutos y luego se detienen: al principio puede pasar media hora o más entre contracción y contracción. Otras mujeres empiezan a experimentarlas directamente con intervalos más cortos. Lo importante en estos casos es saber que las contracciones sólo anuncian parto cuando se producen a intervalos regulares. Solamente cuando las contracciones ser presentan cada 5 o10 minutos en la primeriza, hay que pensar en marcharse a la maternidad.
Si no es el primer parto, la dilatación será más rápida y, por tanto, cuando los intervalos sean de 15 a 20 minutos conviene salir para la clínica.

FASES DEL PARTO
DILATACIÓN
El hecho fundamental que caracteriza este período es la dilatación progresiva del cuello uterino. Normalmente este proceso comienza con las contracciones, aunque hay mujeres que ya han dilatado varios centímetros y no las han advertido.
Las primeras pueden sobrevenir cada media hora o más y corresponden al borramiento del cuello. A veces producen molestias no muy intensas, parecidas a las de las reglas, y durante sólo 15 o 20 segundos. Si se han efectuado cursos de preparación al parto pueden seguirse los métodos que se han aprendido, teniendo en cuenta que hay que ahorrar energía para responder cuando el trabajo de parto sea más intenso.
Conviene tener un reloj y observar a qué hora empiezan las contracciones, cada cuánto tiempo se suceden y cuánto duran.
También es conveniente no olvidar que lo que está pasando en esta fase es que la musculatura del útero se va preparando para la salida del feto.
El borramiento del cuello uterino y la dilatación del mismo hasta alcanzar un diámetro que deje pasar la cabeza del feto, requiere por parte de la madre.

Relajación neuromuscular.
Es sumamente importante, pues si la zona del periné, piernas, muslos, etc. Están relajados, no estorbarán el trabajo del útero y no ofrecerán resistencia a la progresión del feto por el canal del parto.

Aporte de oxígeno al músculo uterino.
Es necesario para que no se acumulen toxinas y no se cansen (agujetas) las fibras musculares. Además, durante el parto el feto necesita más oxigeno, porque con las contracciones el volumen de sangre que pasa por el cordón umbilical es menor.
Esta es, precisamente, la función de la respiración de la madre. Por eso, al principio de las contracciones se hará la respiración abdominal, después la superficial por la nariz y en el período final, cuando la dilatación está llegando a su fin, la respiración jadeante. En esta etapa hay una fase, llamada de transición, después de los 8 centímetros, que es la más corta y difícil y en la que generalmente las contracciones son más intensas y desalentadoras. Es una fase muy corta y para superarla suelen ayudar mucho las técnicas de relajación y respiración.
En el período final de la dilatación pueden sentirse ganas de empujar, pero esto no debe hacerse hasta que el asistente al parto indique que la dilatación es completa. Para facilitar este proceso, durante la dilatación es mejor para la mujer estar de pie paseando: si no puede hacerlo en conveniente que permanezca recostada o bien de costado, aunque en realidad se pare mejor en cuclillas. Si la bolsa esta rota, es mejor seguir las indicaciones médicas.

EXPULSIÓN
El período expulsivo es la fase más activa del parto. La dilatación es completa y la madre empujará en cada contracción para ayudar a la salida del bebé. Esta etapa puede durar entre 10 a 40 minutos; cuanto más relajados y flexibles estén los músculos, más fácil resultará la expulsión.
El feto pasa por varios planos a través del canal del parto: primero baja a la pelvis inferior; luego, para atravesar la pelvis ósea, va girando como un tornillo y, finalmente, dobla la cabeza juntando la barbilla contra el pecho, presentando así el diámetro más pequeño, o sea, la parte alta de la cabeza. La cabeza del niño llega a apoyarse sobre el periné y lo va distendiendo progresivamente. Es lo que se llama coronación.
Cuando el niño está coronado el asistente al parto, de mutuo acuerdo con la madre, decidirá si se hace episiotomía o no. La episiotomía es un corte que se realiza con objeto de agrandar la abertura de la vulva y evitar desgarros hacia el recto, siempre más difíciles de reparar. Si existe una buena elasticidad perineal no es necesario utilizarla.
Una vez fuera la cabeza, el médico o la partera ayudará al niño a girar para que mire hacia un muslo y saque más fácilmente un hombro. El otro hombro y el resto del cuerpo salen con toda facilidad. Si la mujer se incorpora un poco puede ver perfectamente cómo nace su hijo.
Cuando la criatura ya está afuera, conviene colocarla sobre el vientre de la madre. Es un momento especialmente intenso; el primer contacto piel a piel entre madre e hijo, con el cordón aún intacto generalmente. Se establece así una primera y muy importante relación afectiva entre ambos. Posteriormente se pinza, corta y ata el cordón umbilical.

ALUMBRAMIENTO
Una vez que se produce la salida del niño, el útero entra en un reposo que dura de 10 a 15 minutos normalmente; a continuación se producen algunas contracciones de menor a mayor intensidad, que ocasionan el desprendimiento de la placenta de las paredes del útero y su consiguiente expulsión junto a las membranas, acompañada de una pequeña cantidad de sangre.
El médico debe cerciorarse entonces de que no quedó dentro ninguna parte de la placenta o de las membranas; después, si se practicó una episiotomía, se cose aplicando una anestesia local.

POSICIONES OBSTÉTRICAS
La posición habitual de la parturienta en la mayoría de los partos occidentales es en decúbito supino, acostada de espaldas sobre la mesa de partos, con los muslos separados y flexionados sobre el abdomen, o con el soporte de unos “perneras” que prácticamente inmovilizan las extremidades inferiores.
En otras culturas las mujeres adoptan con gran frecuencia en el momento del parto posturas verticales: en cuclillas, de rodillas, de pie, sentadas, semisentadas... Los estudios médico – antropológicos han llegado a la conclusión de que las posturas verticales dan buenos resultados y producen menos lesiones genitales, reduciéndose el número de complicaciones obstétricas. Se suele admitir, además, que en general, los partos con la parturienta en cuclillas o semisentada son más rápidos, más inocuos para el niño y mucho mejor soportados por la madre.
La única ventaja de la clásica “posición obstétrica” dorsal reside en la mayor comodidad del médico o de la partera para asistir al parto. No obstante, se utilizan en algunas clínicas “sillas obstétricas”, que permiten a la parturienta adoptar la posición en cuclillas al mismo tiempo que posibilitan una atención médica correcta.

INTERVENCIONES Y MANIOBRAS OBSTÉTRICAS

Tanto en las clínicas privadas como en los hospitales de la Seguridad Social, se dan cantidad de intervenciones y maniobras relacionadas con el parto. Algunos de ellos son rutinariamente aplicados a todas las mujeres. Sin embargo, cada manipulación y tratamiento tiene finalidades, ventajas e inconvenientes que es importante saber.
También sería bueno conocer el lugar donde se va a dar a luz e incluso, si ellos fuera posible, al equipo que va a atender el parto. Generalmente se comienza con el afeitado del vello púbico y la administración de un enema evacuador.


Crear un ambiente de serenidad, tranquilidad y calma beneficia a todos, empezando por la mujer que está dando a luz y terminando por todos los encargados de su asistencia.


Monitorización:
Cada vez son más utilizados los monitores fetales. Dichos aparatos se aplican a la embarazada durante el período de dilatación. Tienen una pantalla que registra el latido fetal, comprueba si el feto está suficientemente oxigenado y registra también la intensidad y duración de las contracciones uterinas. La monitorización puede ser:
Þ Externa: consiste en instalar el monitor como un cinturón alrededor del abdomen; también puede utilizarse en otros momentos de embarazo.
Þ Interna: conectado un electrodo a la cabeza de la criatura a través de la vagina. Esta modalidad no impide a la parturienta andar o pasear.
Goteo:
Consiste en inyectar a la parturienta un suero con glucosa por vía intravenosa para proporcionar azúcar y evitar la deshidratación. Algunas veces este suero contiene OXITOCINA, que es un estimulante de las contracciones uterinas y sirve, por tanto, para regular, acelerar o intensificar las mismas. En ocasiones contiene también analgésicos (calmantes) o relajantes musculares.

COMPLICACIONES OBSTÉTRICAS
Hay ocasiones en que es preciso que la criatura nazca rápidamente y se hace necesario extraerla por la vagina de la madre con unos instrumentos llamados fórceps o ventosas. En otros casos hay que sacarlo por el vientre mediante una intervención llamada CESAREA.

Fórceps
Es un instrumento que se asemeja a dos “cucharas” articuladas y curvas y que sirve para adaptarse a la cabeza fetal y traccionar de ella sin ejercer demasiada presión.

Ventosas
Capuchón redondeado que se aplica a la cabeza fetal, ajustándose a la misma mediante “presión por vacío”, traccionándose posteriormente el feto lenta y progresivamente a través del canal del parto.

Cesárea
Es una operación que consiste en una incisión vertical u horizontal en el abdomen, incidiendo posteriormente en el útero para sacar a la criatura. Es la última opción ante la imposibilidad del parto vaginal.

ANESTESIA DURANTE EL PARTO

A pesar de estar de “moda” durante una época, su uso “habitual” está muy restringido, utilizándose únicamente de forma sistemática por algunos profesionales.
La mayoría de las mujeres, en general, desean ser ayudadas para que su parto sea soportable, pero rechazan la pérdida total de conciencia durante el transcurso del mismo por varias razones:
1. Deseo de dar a luz de modo mas natural.
2. Evitar riesgos, tanto para ella como para el hijo.
3. Evitar sentirse inferiores a otras mujeres que han dado a luz de forma natural.
Desde el punto de vista técnico, está claro que los distintos tipos de anestesia pueden ser de gran ayuda en situaciones obstétricas especiales. Lo que, sin embargo, no deben constituir JAMAS es un medio para que la mujer VIVA UN MOMENTO TRASCENDENTAL DE SU VIDA EN PLENA IGNORANCIA E INCONSCIENCIA.

NACIMIENTO SIN VIOLENCIA
Este término designa el método de parto natural ideado por un médico francés, el Dr. Leboyer. En esencia de lo que trata es de humanizar la llegada al mundo del nuevo ser, procurando suprimir todos los estímulos externos que pudieran ser traumáticos, como, por ejemplo, luces, gritos, ruidos, desplazamientos bruscos, etc., manteniéndolo después de su nacimiento en un baño de temperatura adecuada durante unos minutos, par que la transición al mundo externo sea lo menos brusca posible.

¿DÓNDE PARIR?
En el sistema sanitario existe tanto la posibilidad del parto hospitalario, como mutual, con todas sus connotaciones técnicas y médicas. En los últimos años se están produciendo cambios en algunas de ellas, encaminados a hacerlas mas confortables, más participativas y más humanas, con objeto de mejorar la atención al parto y al recién nacido.
El parto en casa tiene la ventaja de desarrollarse en un ambiente más familiar e íntimo, pero actualmente, en nuestro país, es muy difícil que puedan cumplirse unos requisitos mínimos de seguridad si surgen complicaciones en el transcurso del parto y, por lo tanto, esta opción no está al alcance de la mayoría de las mujeres.

EL PAPEL DEL PADRE EN EL PARTO
“Cuando millones de hombres hayan participado en un parto, hayan visto nacer a un niño – su hijo-, lo hayan tocado, lo hayan bañado, estaremos en una sociedad diferente” (Michel Odent).
La presencia física del hombre al lado de su mujer, infundiéndole ánimos y haciéndole compañía, es obvio que produce un efecto altamente beneficioso tanto para el estado anímico de la mujer como, en la mayoría de los casos, en el buen desarrollo del parto. Pero no se trata únicamente de que presencie el parto como un mero espectador, sino de que participe en él y lo viva desde cerca, por que, en definitiva, ES TAMBIEN SU HIJO EL QUE VA A NACER.
Reinvindicar la función del padre durante el parto implica un nuevo concepto de paternidad.

ANSIEDADES EN LA SITUACIÓN DEL PARTO
“La mujer – madre que debió pasar tantas veces ansiedades hasta lograr adaptarse al estado de gravidez y que ya había incorporado al feto como parte de su esquema corporal, al mismo tiempo que se había acostumbrado al distinto ritmo metabólico, hormonal y fisiológico, deberá pasar por un nuevo proceso de adaptación, esta vez de retorno a la situación corriente de no embarazo” (Raquel Soifer).
Es poco lo que se conoce sobre la psicología de la parturienta. Si el parto fuese un proceso puramente fisiológico, estaría probablemente sujeto a menos oscilaciones individuales de lo que generalmente ocurre. Existen además buenas razones para admitir que los factores emocionales y caracterológicos influyen en gran manera en el comportamiento psíquico de la parturienta.
La regresión constituye una de las manifestaciones psíquicas mas llamativas durante el parto. Se entiende por ello una vuelta a la modalidad de comportamiento infantil. En este sentido, el grado de regresión depende de distintos factores: el desarrollo de la personalidad, fuertes lazos anteriores con los padres, dependencia actual del marido, actitud frente al hijo, confianza y simpatía hacia la comadrona y el médico ( las tendencias regresivas y el miedo generan durante el parto una capacidad de unión tan fuerte con las personas que “auxilian” que, en general, puede establecerse con gran rapidez un buen contacto).
La ansiedad más básica y profunda del parto es la de REVIVIR inconscientemente la angustia sufrida durante el pasaje por el canal de parto durante el propio nacimiento.
Por otra parte, existe un grado importante de ansiedad frente al cambio y a lo desconocido. Así mismo, al cobrar la criatura vida propia se incorpora como un nuevo miembro a la familia ya existente, con lo cual se llega a la incógnita máxima del parto: EL NIÑO, ESE DESCONOCIDO TAN DESCONOCIDO, QUE POR FIN PODRÁ SER VISTO Y TOCADO.


EL PUERPERIO

Se llama así al período de tiempo que se extiende desde la última fase del parto (alumbramiento) hasta la vuelta a la normalidad del organismo femenino.
Podemos distinguir una fase inmediata (las primeras 24 horas) y otra tardía (hasta aproximadamente los 40 días).
Inmediatamente después del parto se producen algunos cambios importantes: el útero queda duro, contraído; se aprecia al tacto por debajo del ombligo y va descendiendo a medida que pasan los días.
Los genitales suelen estar congestionados y edematosos. A nivel general, suele producirse una discreta elevación del pulso y de la temperatura; existe además una gran sensación de cansancio, acompañada, paradójicamente, de un profundo bienestar.

COMPLICACIONES PUERPERALES

Al desprenderse la placenta queda en el interior del útero una zona cruenta, con vasos sanguíneos seccionados que se cierran espontáneamente debido a la contracción de la propia musculatura uterina (ligaduras vivientes de Pinard): si este mecanismo falla, pueden producirse hemorragias después del parto (1ª complicación).
Posteriormente, toda la mucosa uterina se desprende, junto con restos de secreciones, expulsándose al exterior: constituyen los llamados “loquios”; estos son fácilmente invadidos por gérmenes, de tal modo que, si no se eliminan, podrían producirse infecciones (infección puerperal) (2ª complicación).
La situación hormonal al final del embarazo, el estasis venoso y el aumento de los factores de coagulación, que se producen de manera fisiológica pocos días antes del parto, favorecen la aparición de trombos (3ª complicación del puerperio).
Para evitar estas complicaciones deben observarse las siguientes pautas:
1. En el puerperio inmediato, vigilar la cuantía de la hemorragia, la contracción uterina, el pulso y la temperatura.
2. Conviene la movilización precoz de la puérpera (los músculos ejercen un efecto constante de masaje, y los loquios se eliminan mejor si se realiza una deambulación normal).
3. Lavado y cuidado de la episiotomía para evitar infecciones locales.
Hoy en día esta vigilancia suele realizarse en mutualistas y hospitales.
Al cabo de 24 –48 horas, tras ser dada de alta, la mujer se encuentra de nuevo en casa y debe mantener por su cuenta los cuidados puerperales:
a. Controlar las subidas de temperatura.
b. Vigilar el aspecto de los loquios.
c. Tratar la episiotomía como herida quirúrgica.
d. Indicar enseguida los ejercicios de recuperación.
e. Cuidar especialmente las mamas y pezones, procediendo a su lavado y protección antes y después de dar de mamar, para evitar grietas o infecciones.

La instauración de la lactancia

Durante el puerperio se produce la instauración de la lactancia. La secreción de leche comienza dos o tres días después del nacimiento, sustituyendo al calostro que, como vimos, podía producirse incluso desde el segundo o tercer trimestre de gestación.
El mecanismo de la lactancia es complejo; se pone en marcha por causas hormonales directas (secreción de prolactina por la hipófisis) o indirectas: el estímulo de la succión del pezón incrementa la secreción de prolactina; además, la secreción de oxitocina (que ejerce un efecto de expresión de la mama), aumenta por mecanismos nerviosos (llanto del niño, por ejemplo).
La succión del pezón tiene también un efecto sobre la contracciones uterinas, aumentándolas, lo que favorece la expulsión de lo loquios y la contracción de la musculatura uterina, evitando hemorragia.
Durante los dos o tres primeros días, la congestión de los senos puede resultar molesta; a veces se produce un aumento de la temperatura, que puede atribuirse a algún proceso infeccioso; es un momento crítico en el que la mujer puede perder la paciencia y desistir de lactar a su hijo, inclinándose por la lactancia artificial.
Es frecuente también que se produzca una excitación sexual mientras el bebé succiona; esta circunstancia puede suscitar un sentimiento de culpa, lo que puede constituir otro motivo inconsciente para abandonar la lactancia. Master y Jonson (1966) observaron, a este respecto, que las mujeres que dan el pecho a sus hijos muestran un interés sexual mayor, durante los tres primeros meses después del parto, que las que utilizaron lactancia artificial.
Helene Deutsch cree que la lactancia, ademas de ayudar a la madre a vencer el trauma de la separación de su hijo, sirve al niño para mitigar el trauma de su nacimiento. Además , parece existir también una relación directa entre el amor a la vida y las primeras experiencias orales. Margaret Mead estudió a los Arapesh (pueblo empeñado en hacer muy feliz la primera infancia del niño, alimentándolo generosamente, según éste demande), comprobando que el suicidio es desconocido entre ellos. Sin embargo, entre los habitantes de las Islas Marquesas, cuyas mujeres dan de mamar a sus hijos el mínimo tiempo y sin afecto, el suicidio es muy frecuente.

Dar de mamar
De cualquier forma, lo esencial para el niño no es el tipo de lactancia, natural o artificial, sino la forma en que se le dé el alimento y el sentimiento que se le transmita.
La lactancia natural tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La leche materna está adecuada biológicamente a las necesidades particulares de cada recién nacido: compuesto de sustancias naturales, tiene propiedades inmunitarias, que defienden al niño de diversas enfermedades en su primeros meses de vida, no requiere esterilización ni calentamiento y está siempre “ a mano”. Dar de mamar implica un contacto físico íntimo, que produce beneficios tanto par la madre como para el hijo.
Algunos inconvenientes de la lactancia natural pueden ser los siguientes: a) Las sustancias nocivas ingeridas por la madre se eliminan por la leche, pudiendo afectar al niño. b) Problemas para compatibilizar el horario laboral con las necesidades del lactante.
Según Jelliffe, la decisión individual que toma la mujer par dar o no de mamar a su hijo depende de distintos factores:}
1. Existencia de preferencias sociales.
2. Tendencia, en el mundo occidental, a valorar los productos manufacturados.
3. Consideración de las mamas más en el aspecto sexual que en el nutricio.
4. Incorporación de la mujer al mundo laboral.
5. Impacto de la publicidad.
6. Presión social de los argumentos a favor de la lactancia natural.
En caso de elegirse la lactancia artificial, puede llevarse a cabo manteniendo una relación casi íntima como la natural. Permite al padre relacionarse más estrechamente con el hijo, dejando a la madre más libertad de movimientos.
En condiciones fisiológicas normales, paulatinamente se produce un cierto equilibrio entre las necesidades del niño y la secreción de la mamá. Sin embargo, el inicio y mantenimiento de este proceso puede alterarse por diversos factores:
I. Profunda alteración del estado general, por enfermedad o alimentación deficiente.
II. Parto especialmente prolongado u operatorio.
III. Factores psicológicos como miedo, dolor, tensión, situaciones de estrés o ansiedad.
IV. Técnica de lactancia defectuosa.
V. Alteraciones en el niño.
VI. Anomalías congénitas del pezón.
VII. Infecciones de la mama (mastitis).
VIII. Alteraciones endocrinas.
En la mujer lactante se produce un aumento de las necesidades calóricas y minerales, semejante al que tiene lugar durante la gestación.
Durante el puerperio y la lactancia la ovulación suele están inhibida. A veces la regla no reaparece hasta que la mujer deja de amamantar a su hijo.

¿Cuándo reanudar las relaciones sexuales?
Depende de cada caso concreto. Intervienen aquí diversos factores médicos (grado de hemorragia, cicatrización de la episiotomía, cansancio, etc.) y consideraciones psicológicas (depresión posparto). Después de tres o cuatro semanas muchas mujeres experimentan deseos sexuales, pudiendo reanudar sus relaciones. A veces, la cicatriz de la episiotomía resulta molesta y hay que esperar a que recobre elasticidad. Cuando por distintas causas el coito resulta incómodo, cabe el recurso de buscar temporalmente otras alternativas de expresión sexual.

METODOS ANTICONCEPTIVOS DURANTE EL PUERPERIO

La lactancia tiene un dudoso efecto contraceptivo, dependiendo sobre todo de la frecuencia del estimulo del a succión.

Los anticonceptivos orales, no interfieren con la instauración y mantenimiento de la lactación, pero reducen su duración: por lo cual este tipo de contracepción no esta indicado en madres lactantes.
Los dispositivos intrauterinos pueden colocarse en diferentes momentos: a) después del alumbramiento; b) en el curso del puerperio; c) después del puerperio.
Algunos autores opinan que en los dos primeros casos el riesgo de expulsión o infección es mayor, por lo que sería aconsejable colocar los DIUS una vez finalizado el puerperio; estadísticamente, la frecuencia de complicaciones es entonces la misma que en cualquier otro momento.

Métodos de barrera se pueden utilizar sin problemas, una vez normalizadas las condiciones anatómicas del aparato genital y cicatrizada la episiotomía. Tanto los espermicidas como el preservativo e incluso el diafragma, son métodos idóneos en este momento, dada su inocuidad y su no interferencia con la lactancia.

La esterilización postparto es una técnica frecuentemente utilizada, sobre todo en la India y Sudáfrica, donde para muchas mujeres el parto representa la única ocasión de verse en un Hospital. Sin embargo, los cambios que se producen en el aparato genital femenino durante el embarazo, en especial la dilatación de las trompas, pueden interferir y complicar la intervención.
Tampoco el posparto parece el momento más idóneo para optar por un método más o menos definitivo, ya que casi todas las mujeres se encuentran en un estado de agotamiento importante.

LA DEPRESIÓN POSPARTO
Estudios realizados en diversos campos (educación, psicología, sociología, etc) permiten clasificar los roles tradicionales en dos grandes grupos:
§ Lo femenino, tendiente a lo emocional.
§ Lo masculino, tendiente a lo instrumental.
Los rasgos de la “feminidad” mas establecidos son: sensibilidad , pasividad, obediencia, dependencia, fragilidad, poca agresividad y competencia, necesidad de afecto...; los de la “masculinidad”, en cambio son: fuerza, autonomía, capacidad de afrontar riesgos, autoconfianza, actividad...
Si correlacionamos estas características con las que perfilan la personalidad depresiva podemos observar que la superposición es significativa.
De ello se deduce que, en la mujer, podrán existir ciertas tendencias depresivas por el propio papel que culturalmente se le adjudica. Así, después del embarazo y del parto, puede establecerse un cuadro depresivo.
Este fenómeno es tan frecuente que se describe clásicamente como “depresión fisiológica”, aunque a veces alcanza una dimensión psicopatológica considerable.



PROBLEMAS PSICOLÓGICOS
Podemos distinguir cuadros clínicos diferentes:
1. Abatimiento posparto
2. Depresión neurótica
3. Psicosis depresiva

Abatimiento posparto
Aparece el tercer o cuarto día; generalmente coincide en nuestras latitudes con el cese del cuidado especializado del Hospital o Mutualista y la “vuelta a casa”. Del protagonismo de ser “la madre de la criatura”, a quien se visita y se agasaja, se pasa a un exigencia de obligaciones múltiples: atención a las necesidades del bebé, cuidados del puerperio y atender las tareas domésticas.
A todo esto se añade la nueva situación de pareja, en forma de triángulo, en la que la madre, y aún más el padre, pueden sentirse desplazados. Esta situación, se manifiesta a través de crisis de llanto, humor disfórico y lábil, falta de concentración, ansiedad, falta de apetito e irritabilidad.

La depresión neurótica
Suele aparecer hacia las seis u ocho semanas de puerperio; se asemeja a otros cuadros depresivos de cualquier otra época de la vida y puede durar desde 15 días hasta varios meses. Sus síntomas típicos son: fatiga, irritabilidad, insomnio, falta de apetito y pérdida de la líbido.
También suele existir una angustia constante por el niño, que Pitt (1982) considera como característica de la depresión posparto. Las mujeres generalmente expresan el miedo a no ser capaces de criar y educar al niño. El recién nacido, en general, no colma las expectativas puestas en él, y la madre sufre sentimientos de culpa por no ser capaz de quererle como se pretende, estableciéndose así un círculo vicioso en cuanto a los motivos para deprimirse.

La psicosis depresiva
Puede aparecer durante los primeros 10 ó 20 días. Siempre requiere ayuda psiquiátrica. Los síntomas surgen de forma súbita: insomnio, estados confusionales y alucinaciones.
En la depresión posparto también influyen considerablemente los intensos cambios biológicos que suceden tras el mismo, sobre todo la brusca deprivación hormonal que supone el desprendimiento de la placenta (disminución de estrógenos, progesterona y cortisol), pero los estudios aún no son concluyentes.
Los factores predisponentes (O´Hara, 1987) no aparecen estar asociados a la edad, paridad o estado, pero si a los antecedentes personales o familiares de enfermedad psiquiátrica, situaciones de estrés previas al embarazo o en el curso de éste, y carencia de apoyo ambiental, especialmente de la pareja o de la madre.
Las características del parto, por ejemplo, complicaciones en el mismo o partos quirúrgicos, pueden influir negativamente, pese a que en éstos casos suele recibirse más apoyo por parte del personal sanitario y de los familiares. Las dificultades en la lactancia también pueden ser causa de desvalorización, acentuando el cuadro depresivo.
Por todo lo anteriormente expuesto, la prevención de la depresión resulta fundamentel, pues unos padres deprimidos no pueden cuidar convenientemente a sus hijos. Numerosos estudios subrayan la importancia de la relación afectiva en estas etapas tempranas de la vida, en cuanto al desarrollo posterior y la capacidad de aprendizaje de los niños.

MATERNIDAD

En las sociedades primitivas, la importancia social de la mujer reside en sus funciones biológicas y en sus consecuencias psicológicas.
Para Marie Langer, la salud mental de las mujeres depende en gran manera de cómo están resueltos los conflictos relacionados con la capacidad de ser madre; el mayor o menor grado de aceptación del embarazo por parte del ambiente social inmediato inclina a las mujeres a tener o no tener hijos.
La presión demográfica obliga a cualquier sociedad a valorar los beneficios y costos que conlleva la crianza. Entre los costos se incluyen la comida extra, el trabajo que la mujer embarazada deja de hacer, la alimentación de la primera infancia, el transporte de los niños y, agregando además, la ropa, vivienda, educación y atención médica.
Entre los beneficios se admiten: a) la potencial capacidad productiva del nuevo individuo; b) la presunción de que, cuando llegue el momento, éste se ocupará de sus padres.
Además, los seres humanos parecen poseer cierta tendencia genética a encontrar atractivos en los niños y a obtener satisfacción cuidándolos, acariciándoles y ayudándoles a aprender.
Estos comportamientos pueden ser modificados por la cultura; la mayoría de la gente tiene menos hijos de los que puede.
Hoy en día, la maternidad sigue siendo una cuestión importante en el desarrollo de la identidad femenina, aunque no por ellos está exenta de problemas. La sobrevaloración de la maternidad que se ha hecho tradicionalmente, y la sobrecarga que implican las funciones de madre, han sido también la causa, para muchas mujeres, de un menoscabo en la posibilidad de desarrollarse adecuadamente en otros campos.
Si bien es verdad que los métodos anticonceptivos han permitido resolver algunos conflictos relacionados con la maternidad – sexualidad, la anticoncepción por si misma conlleva contradicciones e inconvenientes; esto es, el uso de un anticonceptivo significa a la vez una renuncia a la capacidad de tener hijos.
En su libro “Maternidad y Sexo” Marie Langer dice: “ La mujer que no logra realizarse como madre sentirá en el fondo de su ser haber desperdiciado parte de sí misma”.
Tener hijos o no, supone un conflicto, que será menor si la decisión se ha tomado de forma adecuada. Raquel Soiffer se pregunta, en este sentido, si la maternidad es un derecho, un deber o una obligación.
Antes, la mujer sabía que la finalidad de su vida era casarse y tener hijos. Pero ahora la cosa no es tan clara. En nuestra estructura social (incorporación de la mujer al mundo laboral, crisis de la vivienda y dificultades económicas para la crianza y educación de los hijos), el nacimiento de un niño genera, además de alegría, graves problemas económicos y sociales. De modo que el ideal instintivo de maternidad se ha sustituido por otros ideales diferentes, según el ambiente socio – cultural en que se encuentre la mujer; además, a menudo estos ideales entran en conflicto.
Para la mujer de hoy quizá sea válido el viejo proverbio chino: “Para poder enfrentar con tranquilidad la vejez y la muerte hay que haber tenido un hijo, plantado un árbol y escrito un libro”.
El proceso de ser madre es bastante complicado. Un hijo se hace entre hombre y mujer, pero es la confluencia de deseos a veces contradictorios. Como dice Maria Teresa Pi – Sunyer: “Dar vida carnal, pero no estimular a través del lenguaje, de la mirada y de un nombre, no es dar vida, sino hacer sobrevivir a una persona”
El hijo ha de insertarse en el proyecto de vida de los padres, donde él puede encontrar su lugar. Cada embarazo tiene un momento; cada hijo es único y representa algo distinto. Pero también el que no nace ocupa un lugar El embarazo no es sólo el deseo de un hijo, sino la confirmación de que todavía hay posibilidades de cambio.
Para ser madre hay que haber aprendido de la propia madre. Si una mujer está satisfecha de sí misma como madre, mujer e hija, el hijo será una prolongación de ella. Pero si está insatisfecha consigo misma, con su pasado o con su situación actual, el hijo se verá como una compensación; el embarazo constituye entonces solamente una confirmación de la fertilidad.
Otros motivos inconscientes de la mujer para quedarse embarazada son las separaciones no asumidas, desvalorización, incomunicación con el entorno, soledad, inmadurez...
Mientras el hijo va gestándose, la mujer revive sus momentos de niña y se confunde con su propia madre. Surgen sentimientos de deseo – rechazo, odio – amor. El hijo, en la imaginación, viene a colmar lo que no se ha satisfecho en la propia historia personal.


PATERNIDAD
Para que el hijo crezca, la madre ha ser capaz de desprederse de él. La primera separación es la del parto y siempre tiene un espacio traumático: el niño llora y la madre se entristece. Es un proceso permanente de contención, de dar seguridad y de “dejar ir”.
La presencia de otro, del padre, es u esencial en el crecimiento del niño, facilitándole el alejamiento lento y doloroso de la madre.
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