Cómo ejercitar la paciencia cuando el control parece imposible


Afrontar la espera con buena actitud no es una característica frecuente en el común de los mortales. Tal vez por eso, religiones y escuelas filosóficas se apresuraron a catalogar la paciencia como virtud del alma. La ciencia, siguiendo la estela, defiende su importancia como factor de protección psicológico ante situaciones estresantes, pero desarrollar esta cualidad es difícil, más aún en la incertidumbre del confinamiento… Lo bueno es que hay maneras de cultivar el arte de la paciencia, y de mantener cierto control mientras haya que quedarse en casa.
Estrategias para cuando no podemos controlarlo todo

La paciencia, como si de una huerta de la mente se tratara, se cultiva con esfuerzo, dedicación y ciertas técnicas que conviene tener en cuenta. Puede que unas personas estén mejor dotadas para producir una cosecha envidiable, pero todas pueden intentarlo y, con perseverancia, obtener resultados aprovechando los conocimientos de la psicología. Las formas de conseguirlo son tan variadas que la panoplia de estrategias llega a ser sorprendente. Por ejemplo, una investigación neurocientífica sugiere que recurrir a la imaginación es una manera eficaz de fomentar la paciencia sin necesidad de recurrir exclusivamente a la fuerza de voluntad.
Para llegar a esta conclusión, los científicos de la Universidad de California en Los Ángeles examinaron imágenes de resonancia magnética funcional obtenidas mientras pasaban por pruebas en las que, por ejemplo, debían decidir si querían recibir 100 dólares en 24 horas o 120 30 días después. Según la interpretación de los experimentos de la neurocientífica Adrianna Jenkins, la primera firmante del trabajo, "mientras la fuerza de voluntad puede permitir a las personas anular sus impulsos,  imaginar las consecuencias de sus elecciones puede cambiar estos impulsos". Es decir, el hecho de adelantar en la mente el futuro, a base de secuencias que conducen al resultado deseado, ayuda a ser más paciente.
 
Entre otras soluciones más habituales y fisiológicas, la clínica Mayo —que señala que los estudios indican que las personas pacientes tienen un humor más estable, son más empáticos y son más agradecidos— propone tres formas de cultivar la paciencia: la reducción del estrés basada en mindfulness, la meditación y el movimiento meditativo (yoga, aikido, tai chi…) Entre las ventajas de la primera opción, destacan que puede reforzar áreas que el cerebro emplea en la regulación de las emociones y el procesamiento del aprendizaje. El objetivo es conseguir poner diques a emociones como la rabia ante situaciones que no podemos controlar, como los atascos, mediante ejercicios de respiración y estiramientos, entre otros. Según la institución, la meditación también ayuda a tener paciencia ante las pequeñas molestias del día a día a través de la estabilidad emocional. En cuanto al movimiento meditativo, la clave es que ayuda a reducir el estrés y los pensamientos negativos.
El enfoque de la psicología positiva señala que todos podemos hacernos más pacientes aprendiendo a identificar las emociones y aplicando la respiración consciente (la diafragmática es la referencia) en situaciones que nos pongan en tensión, como atascos, gestiones burocráticas o tiempos muertos en aeropuertos. Lo primero es reconocer el entorno —si estamos en un atasco, nos toca a esperar a todos— y ser consecuentes con nuestras acciones: perder los papeles, lejos de solucionar nada, lo complica todo. En tercer lugar, hay que aceptar que hay ocasiones en las que las cosas salen de nuestro control. Solo una vez que entendamos que hay momentos en los que no podemos intervenir en el resultado podremos actuar de forma paciente.
Cuando el confinamiento anula la paciencia
Eso sí, la psicóloga Bárbara Zapico advierte de que "en situaciones normales se puede trabajar ayudando a replantear hábitos de vida e intentando reconocer comportamientos donde haya que fomentar la paciencia", pero que con más de un mes de encierro sobre las espaldas, no hay que generar expectativas irreales.
"El gran problema es que la gente está experimentando mucha incertidumbre por la magnitud de la pandemia, la duración del confinamiento, el impacto en el tejido laboral … y la incertidumbre es el polo opuesto de la paciencia.  A las personas con poca paciencia les resultará imposible en este momento aunque quieran,  igual que habrá gente que quiera dejar de fumar o adelgazar y ahora mismo les será complicadísimo", indica Zapico. "Mi recomendación en este momento para trabajar la paciencia es sentarse todos los domingos que dure el confinamiento y hacer una planificación básica de comidas y horas de descanso para la semana", comenta Zapico.
Lo que no significa huir de jornadas extenuantes repletas de planes caseros. La investigadora Jelena Kecmanovic, de la Universidad de Georgetown, alertaba en un artículo reciente en la revista Psychology Today sobre las consecuencias del postureo de cuarentena, la manera de alardear en redes sociales de una hiperactividad que incluye ataques de orden según el catecismo de Marie Kondo, rutinas de ejercicio de atleta, panes horneados en casa de aspecto irresistible o la planificación perfecta de entretenimiento infantil con manualidades dignas de mención en un congreso de colegios Montessori. "Son comportamientos perfeccionistas. Las personas actúan así porque creen que eso les hará sentir mejor. Pero la realidad es que esas actitudes no proporcionan bienestar cuando se prolongan en el tiempo, como en el caso de una cuarentena", remarca Kecmanovic.
¿Cómo convivir para recuperar el control?
Compaginar el confinamiento, con el teletrabajo y el cuidado de niños pequeños es estos días un desafío de magnitudes épicas. Y mucho más en familias con hijos en la adolescencia, un periodo de edad donde los cambios de humor, la impulsividad y la ira son habituales. Según Zapico, "los adolescentes son uno de los sectores de población que peor lo está pasando. Para ellos, el grupo de referencia son sus amigos. por eso los padres tienen que comprender la importancia de establecer momentos para que puedan seguir en contacto con el móvil o el ordenador". Todo ello sin perder de vista los horarios, porque uno de los problemas frecuentes en las consultas de psicología con adolescentes emana del descontrol de rutinas de sueño. Zapico relata que "hay una desorganización enorme. Muchos se están acostando todos los días a las 4 de la madrugada y está habiendo muchísimas discusiones". Pero, para que los jóvenes díscolos aprendan a desarrollar paciencia necesitan la ayuda de sus padres, "las familias tienen que acompañar, sentarse con ellos tranquilamente y preguntarles '¿qué te pasa?', '¿por qué estas así?".
Otro problema es cuando las propias parejas sufren una tensión que llega a ser insoportable. Frases como "¿puedes hacer menos ruido al masticar?", "cuando pones el lavavajillas dejas millones de cosas fuera porque eres incapaz de organizar racionalmente el espacio", "¿te importa dejar de cuestionar todo lo que digo y hago?" van minando la convivencia y acaban convirtiéndose en declaraciones de guerra que convierten los hogares en campos de batalla sin tiempo de tregua. Paula Cajide, psicóloga especializada en terapia de pareja y directora de Psicointegra, comenta que "la falta de movilidad, de estimulación cognitiva y de socialización aumenta nuestra desgana, apatía y malestar.  Y así empieza una situación óptima para saltar ante cualquier cosa que la otra persona haga o deje de hacer".
Toca bajar el pistón para evitar explosiones, "trabajando una buena comunicación, con empatía y comprensión, lo que ayuda a que perdure la paciencia y el amor", señala Cajide . A quienes tiendan habitualmente a posiciones defensivas esto les resultará más difícil. Puede ser el momento de iniciar asesoramiento profesional para entrenar la comunicación, a través de técnicas de la psicología conductual como el "tiempo fuera", que enseñan a salir de la zona de conflicto con comunicación productiva. La otra herramienta para reducir la alta tensión es establecer tiempos de espacio individual y tiempos de pareja —diarios, en la medida de lo posible—. Pero para los momentos compartidos sean enriquecedores hay que hablar, no vale con activar el play de una serie o una película. "Están funcionando muy bien los scape room en casa, también las clases de baile online. Cocinar juntos una receta puede ser un buen plan, igual que los juegos de mesa, karaokes, o un masaje relajante", indica Cajide. La paciencia, como todo lo que se cultiva, si se hace bien, da sus frutos.


Fuente periodística: El País
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