Cómo aplicar el método Montessori para prevenir rabietas
Marta, del blog de crianza Pequefelicidad, ha realizado un excelente artículo sobre cómo aplicar el método Montessori para gestionar y evitar rabietas. Una lectura que os recomendamos encarecidamente si vuestros hijos son dados a sufrir este tipo de arranques. A continuación, un pequeño resumen.
¿Por qué se producen las rabietas y cómo prevenirlas?
A partir de los dos años los niños comienzan a
reafirmarse, manifestar y defender sus intereses y deseos ante una
negativa. Una negativa que, tal y como señala Marta, es casi continua.
“No toques, no saltes, no corras… ¡No, no y no!”
Ante tantos obstáculos y sin saber gestionar correctamente sus emociones, el niño estalla y se produce la temida rabieta.
Obviamente no podemos exigir al niño que actué en
contra de su propia naturaleza, pero podemos crear el ambiente perfecto
para que estos explosivos enfados no se produzcan.
20 pautas Montesori para prevenir rabietas según Pequefelicidad
1.- Más autonomía e independencia.
Acondiciona la casa para que tu hijo pueda desenvolverse de forma
autónoma colocando sus juguetes, herramientas y libros a mano. Aquí
puedes ver cómo preparar la habitación infantil según Montesori.
2.- Motivación y tareas reales. Igual que los adultos, los niños se aburren y necesitan motivación; cumplir con tareas domésticas reales le harán sentir útil.
3.- Hay que hablar siempre con respecto, amor y empatía.
4.- Ponte a su nivel. Parece una tontería,
pero agacharse y mantener el contacto visual, de igual a igual,
dirigirte por su nombre y hablar de lo que siente hace milagros.
5.- Préstale atención de calidad. Si no tienes mucho tiempo, prueba a incluirlo en tus tareas.
6.- Establece una dulce rutina. Y es que si el niño sabe su horario y las actividades que hay programadas las aceptará más fácilmente, evitando las rabietas.
7.- Cuida que no tenga hambre ni sueño. El
cansancio y el hambre son malos compañeros y aumentan las probabilidades
de sufrir una rabieta. Eso sí, no basta con entregarles chucherías y
comida de baja calidad para lograr que callen, sé responsable. Evitarlas
pasa por tener horarios, preparar comidas con antelación, llevar la
merienda en el carrito y tener una hora fija para ir a la cama. Nada
nuevo, ¿verdad?
8.- Rebaja la ansiedad ante nuevas experiencias. Salir
de la zona de confort es importantísimo, pero no lo hagamos a lo loco.
Si tu hijo debe enfrentar una nueva situación, explícale en que va a
consistir para que rebajar su ansiedad y hacer que no le pille de
sorpresa.
9.- Atiende sus necesidades. Es fácil
comprender que un niño, tras pasar la jornada en el colegio, necesita
moverse, jugar, salir al exterior… Observa a tu hijo y adapta tu
planificación para ir cubriendo sus necesidades.
10.- Consenso familiar. Papá, mamá, la
abuela, los tíos… cada persona tiene una visión distinta sobre la
crianza, pero debemos ponernos de acuerdo para no confundir al niño. Es
uno de los puntos más complicados pero efectivos, ya que somos los
adultos los que tenemos que negociar y poner de nuestra parte.
11.- Explícale el porqué de las normas. Hay
cosas que no están sujetas a negociación, como sentarse en la sillita
del coche y llevar cinturón de seguridad, pero no trates de imponer las
normas, explícaselas para que las entienda. Usa un lenguaje comprensible
y te sorprenderás.
12.- Sé positivo. Continuando con el punto
anterior, cuando razones con niños, realza el aspecto positivo de las
cosas. Quizá no le guste sentarse en la silla del coche, pero vamos a
cantar canciones y podrás ver el paisaje… Eso sí, tal y como señala
Marta, nunca utilices chantajes o estarás perdido.
13.- Empatiza con tu hijo y mírate desde su punto de vista.
Importantísimo, ¿qué diría tu hijo si pudiera expresarse como un
adulto? ¿Pasa el tiempo suficiente con sus padres? ¿Como le gustarían
las cosas? Eso sí, en mi experiencia te digo que no debes torturarte. Muchos padres son excesivamente críticos con su papel, debido a la presión social que existe para ser una “buena madre o un buen padre”. Más información aquí.
14.- Relaciones sanas y respetuosas. Obviamente
no podremos mantener un buen dialogo con nuestro hijo si no sabemos
discutir respetuosamente con otras personas de la casa.
15.- Nada de chantajes. Si acaba de comer
vamos al parque, si te portas bien tendrás un helado… El chantaje es un
arma de doble filo, pues también puede entender que la rabieta es una
manera de lograr sus objetivos. Evítalos.
16.- Deja que elija. En vez de imponer, deja
que tu hijo tome la decisión por sí mismo para que la haga más gustoso.
Obviamente no tendrá toda la libertad, sino que podrás darle elegir
ente dos opciones que convenientemente horas más o menos atractivas.
¿Seguimos aquí en el parque que hace frío y los niños se marchan ya, o
volvemos a casa y preparamos la cena juntos mientras jugamos con tu
muñeco preferido? Recuerda que las opciones no deben ser un chantaje.
17.- Desvía su atención. Si observas que una rabieta puede producirse por culpa de un juguete, desvía su atención hacia otra cosa. Y así con todo.
18.- Evita el abuso del no. Como decíamos al principio, el no causa frustración. Hay otras formas de expresarnos en positivo.
19.- Relativiza y negocia. Si tu hijo quiere
quedarse un poco más, puede que lo necesite. Solo negocia con él, cede
en una cosa y enséñale a ceder en otras. Esto es muy útil, ya que es así
como se gestionan las relaciones adultas.
20.- Y si todo lo demás falla… no pierdas la calma. Somos
humanos y por más atención que pongamos, no siempre podremos evitar
todas las rabietas, entre otras cosas porque nuestro hijo también es una
persona en desarrollo con pensamiento propio. Por eso, si se produce,
no te martirices ni pierdas la calma, utiliza toda tu empatía para
hacerle frente y calmarlo de forma respetuosa y cariñosa.
http://www.psicologosmontevideo.com/lic-psic-gonzalo-cosenza
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